Albear nieve cubría
corvos tejados en verde
donde la vista se pierde
al fondo en la lejanía
Desde el ventanal veía,
nubes con cielo plomizo,
por el jardín un erizo,
¡casi no me lo creía!
Al ver cómo se movía,
sobre el campo manto blanco,
caminando hacia el barranco,
sobre la calle vacía
Suave, en movimiento tardo,
medio hundido en el nevero
que, a veintitrés de febrero
arribaba con retardo
Postrado, al lado de un cardo,
que se cruzó en su camino
fuera el azar o el destino
a él, le sirvió de resguardo
Realizar cosas con tino,
siendo un sujeto prudente,
que no resulte indecente,
ni conduzca al desatino
Qué triste día del invierno,
hoy lo observo y lo adivino,
ver en blanco el verde pino,
desde el fondo de este infierno
Mi corazón ya no es tierno
y a veces, se desvanece,
cualquier día aquí perece,
sucumbiendo al desgobierno
Miraré por la ventana,
permaneciendo a la espera,
que arribe la primavera,
presta en alguna mañana
Mi esperanza se desgrana,
esparcida en la ventisca,
como copos en cellisca
que todo el campo engalana
Cuál tedio, vaya desgana,
la ilusión casi he perdido,
después de haberla tenido
se ausentó por la ventana
La nieve se va licuando,
rayos de sol en febrero,
revolotea el carbonero,
el frío se iba marchitando
Con él van mis esperanzas,
envuelto en el desconsuelo,
con la moral por el suelo,
no valen las alabanzas
Ya nada me reconforta,
ni las nieves de febrero,
ni el gélido mes de enero.,
ni el suplicio que se acorta
Fugaz estampa en albura,
alborear de un nuevo día,
ni con ruegos a porfía,
te eximen de esta locura
La mente siento inmadura,
tan carente de descanso,
sin rumiar y haciendo el ganso,
cuál mezquina en la cordura.
Y sin lógica evidente,
cual es nevar en febrero,
sin haber sido en enero
como ocurre habitualmente
Resulta más que patente,
que el tiempo no me acompaña,
en esta larga compaña,
que transcurre lentamente
Aunque, solo fugazmente,
el paisaje había cambiado,
todo el campo transformado
en algo tan infrecuente
Aun siendo fuerte de mente,
por mucho que se presume,
la vida aquí te consume.
¡Siempre! ¡Inexorablemente!
JUAN PABLO GÁNDARA DE TORENO
Siempre romántico y aprendiz de poeta